Mi pasión por el culturismo no conocía límites ni fronteras. Me encontraba inmerso en un mundo de constante aprendizaje, leyendo incansablemente en cualquier lugar y momento: caminando por la calle, en los transportes públicos, incluso en la escuela, ocultando revistas debajo de la mesa durante las clases. Cada oportunidad era buena para devorar más conocimientos. Compré todas las revistas de culturismo que podía, incluyendo ‘Body and Power’ y la prestigiosa ‘Muscle and Fitness’. De ellas absorbe incontables lecciones y por eso, les estoy eternamente agradecido.
El destino, o la existencia misma, jugó un papel crucial al traer a mi vida a Andreas, mi amigo y compañero en este viaje. Fue él quien me llevó a aquella gala de culturismo que dejó una huella indeleble en mi vida. Andreas no solo me introdujo en el entrenamiento básico, sino que compartió generosamente su colección de revistas, libros y cintas de VHS. Juntos, nos sumergimos en el mundo del culturismo, explorando y aprendiendo.
Una de las influencias más significativas fue la icónica película documental ‘Pumping Iron’, protagonizada por Arnold Schwarzenegger. La vi alrededor de 156 veces, a veces más de una vez al día. En ocasiones, la ponía de fondo mientras realizaba tareas en casa, ya que la conocía de memoria y solo necesitaba escuchar el sonido para visualizar las escenas en mi mente. Esta película fue una fuente de inmensa fuerza y motivación.
Mi sed de conocimiento era insaciable. Compraba, copiaba, imprimía y leía todo lo relacionado con el culturismo. Incluso fuimos a la Biblioteca Nacional en busca de información desconocida, pero nos encontramos con que ya poseía la mayoría de los libros especializados disponibles allí. A pesar de esto, no lo vimos como un fracaso, sino como una oportunidad para absorber cada gota de información valiosa.
A lo largo de este camino, mi progreso fue constante. Aunque a veces se ralentizaba, siempre encontraba la manera de identificar las causas y superar los estancamientos. Inicialmente, nada indicaba que tuviera cualidades genéticas excepcionales: pesaba solo 50 kg vestido y mis medidas eran modestas. Pero no permití que eso definiera mi futuro en el culturismo. Mi determinación y mi pasión por aprender y mejorar se convirtieron en las herramientas más poderosas en mi camino hacia el éxito.
La resistencia de mi familia y parientes a mi pasión por el culturismo, lejos de desanimarme, encendió aún más mi determinación. Sus advertencias de que “no era para mí” o que “no tenía la genética adecuada” se convirtieron en el combustible de mi fuego interior. En lugar de rendirme, decidí demostrarles, a ellos y a mí mismo, que estaban equivocados. Y lo hice, desafiando todas las dudas y superando las expectativas de aquellos que no creían en mí.
A menudo escuchaba comentarios negativos, murmuraciones de que mi entusiasmo inicial se desvanecerá, que pronto lo dejaría todo. Sin embargo, ahora puedo decir con orgullo que, después de 28 años, sigo aquí, entregado al culturismo no solo como un pasatiempo, sino a nivel competitivo. Mi amor por este deporte no ha hecho más que crecer con el tiempo.
Los primeros meses fueron una revelación. Mi cuerpo respondió de manera increíble a los rigurosos entrenamientos, la nutrición adecuada y el descanso de 8-10 horas diarias. Cada mes, mi peso aumentaba entre 2 y 4 kg, y en solo 8 meses, logré ganar un total de 25 kg, con un aumento de 9 cm en la circunferencia de mis brazos. Esto no solo fortaleció mi amor por el culturismo, sino que también aumentó mi confianza y me hizo creer en mi potencial, haciéndome cuestionar si realmente tenía la genética apropiada para este deporte.
En un año, aumenté 30 kg y alcancé los 40 cm de circunferencia en mis brazos, una meta que antes me parecía un sueño inalcanzable. Y todo esto lo conseguí de manera natural, sin suplementos. No había batidos de proteínas, creatinas, aminoácidos, ni pre-entrenamientos; solo comida y un deseo ardiente de entrenar…
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